Reportera: Verónica Ordóñez Hernández
En México, la extensión de agua suma más de tres millones de kilómetros, el doble del territorio continental, por lo que la responsabilidad con la investigación oceanográfica debe ser mayor; sin embargo, no se cuentan ni 10 embarcaciones para este propósito, lamentó la doctora Ligia Pérez Cruz, de la Coordinación de Plataformas Oceanográficas (COPO), de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien, junto con un grupo de científicos del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la misma universidad, expusieron las problemáticas planetarias que contribuyen al deterioro del océano.
Esto ocurrió en la celebración del Día Mundial de los Océanos que se celebra cada 8 de junio y en el marco de la cooperación interinstitucional de divulgación científica entre la Unidad Xochimilco, de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM-X), a través de la Oficina de Educación Continua de la División de Ciencias Biológicas y de la Salud (DCBS) y la UNAM.

En la conferencia impartida por la investigadora del Instituto de Geofísica quedó clara la importancia de los buques oceanográficos de investigación multipropósito para la investigación que ayude a entender el océano y proteger el planeta.
Comentó que el océano es un sistema complejo de estudiar, de modelar y de predecir por sus múltiples variables; para su estudio intervienen una serie de disciplinas como la Oceanografía Física, la Oceanografía Biológica, la Biología Marina y la Química que ayudan a entender el estudio parcial de cada uno de los fenómenos y comportamientos, como las columnas de agua, los sedimentos, el ciclo de carbono y de hidrógeno, así mismo lo que corresponde al piso oceánico como el aceite, el gas y los minerales.

“La contribución científica en estos tópicos requiere de embarcaciones con características puntuales y equipo especializado para la colecta de muestras y el análisis de los datos. Tanto los barcos como la tecnología han evolucionado desde aquella primera expedición realizada en 1820 por Charles Darwin a bordo del HMS Beagle, un viaje de tres años que sentó el precedente de las embarcaciones que dieron como resultado las primeras mediciones de profundidad, las primeras muestras de salinidad y de temperatura en el mar y, sobre todo, del desarrollo del conocimiento de los ambientes marinos y la ecología, así como de las primeras revelaciones de los sedimentos del piso marino”, indicó la paleoceonógrafa especializada en el estudio de paleoclimas.

La académica estableció la importancia del papel que desempeñan las embarcaciones, ejemplificando con las investigaciones que se realiza a bordo de los dos barcos que opera la UNAM a través del COPO y que están al servicio de la investigación oceanográfica que se desarrolla en México. El Puma, con 44 años de servicio y un recorrido de más de 725 mil millas, y el Justo Sierra, que llegó a México en 1982 y que tiene su puerto base en Mazatlán, Sinaloa.
En el foro participó el grupo de científicos del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología, Erik Coria Monter, egresado de la licenciatura de Biología de esta casa de estudios y especialista en la ecología del zooplancton marino desde un enfoque multidisciplinario; Frank Raúl Gío Argáez, dedicado al estudio, comprensión y análisis de los microorganismos que forman parte de los sedimentos marinos, y María Adela Monreal Gómez, que se desarrolla en las líneas de investigación de Oceanografía Física, Modelación Numérica e Integración Físico-Biológica.

En sus intervenciones compartieron los hallazgos científicos relacionados con la interacción de procesos físicos, la biodiversidad en los océanos y la llamada economía azul. Enfatizaron el creciente deterioro del cuerpo de agua en la última década, debido a factores como el calentamiento global, la acumulación de basura, la pesca indiscriminada, la salinización del mar, el incremento de la temperatura de la superficie y la acidez de los océanos que destruye buena parte de los arrecifes.
En la inauguración, el doctor Luis Amado Ayala Pérez, director de la DCBS, enumeró algunas bondades del cuerpo de agua: “absorbe alrededor de 30% de dióxido de carbono producido por los humanos amortiguando los impactos del calentamiento global; produce al menos 50% del oxígeno del planeta; alberga la mayor parte de la biodiversidad de la tierra y es la principal fuente de proteínas para más de 1000 millones de personas en el mundo”.

El directivo alentó a los habitantes de la Ciudad de México a involucrarse en el tema, que quizá podría resultar ajeno por la ubicación geográfica del territorio, pues estamos, dijo, “a casi 600 km de distancia de cualquier costa y a una altura de más de 2000 metros sobre el nivel del mar”; sin embargo, “nuestras acciones inciden directamente en él”.
Refirió que las estimaciones realizadas por especialistas sugieren que para el año 2030, habrá alrededor de 40 millones de personas trabajando en algún sector relacionado con el océano, por lo que es necesario cuidar esta fuente de vida y sustento de los organismos terrestres, unir esfuerzos para preservar el equilibrio y restaurar su vitalidad, de la que se considera una reducción de 90% de las especies marinas y la destrucción de 50% de los arrecifes de coral.










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