Red de Apoyo Universitario: del compromiso social a la emergencia del vínculo solidario
Lilia-Rebeca Rodríguez Torres
Coordinadora de Educación Continua y a Distancia
UAM Xochimilco
Inmersa en la experiencia del confinamiento, retraída del espacio citadino de múltiples encuentros, del tiempo de los trayectos que se adentran en una pluralidad de arquitecturas, aislada de la posibilidad latente del festejo o la escapada dentro de un museo, con la agenda personal de la vida interrumpida o el ritmo de las horas de llegada o salida, de pronto me encuentro dentro de este lapso circundante en el que los días se suceden y nuevas cotidianidades se imponen, como el querer mirar por la ventana todo el tiempo.
Pensamiento y reflexión llegan en un resguardo cuya sensación no deja de ser la precaria distancia con una pandemia que cobra vidas. Estoy, estamos queriendo entender los datos y atender los cuidados inmediatos; lidiamos con las distintas ansiedades de todas o todos los de casa; sentimos dolor y pena, incertidumbre, nostalgia.
Voy paso a paso del dormitorio a la sala y corro hacia la cocina haciendo un alto. Alterno en los trabajos: ora el doméstico, ora el laboral, combinando lo íntimo y lo público: puntualidad para la videoconferencia o dilación en el desayuno en este tiempo que pasa y pierde los horarios; resignifico el concepto de lo remoto en tanto distancia, sí, como posibilidad operativa de la enseñanza o como la conciencia de un pasado que paulatina- mente nos aleja —no sé exactamente de qué— al traernos la imagen de un “así era la vida”.
Me gusta tanto entrar a pie por la puerta de Las Bombas en el mismo sentido que las y los estudiantes, o toparlos de frente y mirarles radiantes, cargados de sueños, entusiasmo, juventud; escuchar al paso las bromas o las charlas de “sobreclase” al puntualizar un concepto o aquello que se entendió de tal profesor. Me encanta el murmullo de sus voces, la sagacidad de sus miradas, el agrado manifiesto en su expresión corporal y sentir que es un gusto compartido originado por el espacio institucional. Con la agenda en la cabeza, me gusta avanzar al lado de las canchas y ver el césped que concluye con los edificios nuevos y encontrarme con Elsa, por el pasillo del “M” saludar a Eugenia mientras continúo hasta el edificio central y, si se acerca la primavera, voltear a la izquierda para entregar la mirada al goce evanescente de las jacarandas y escuchar el eco apresurado, puntual de los tacones antes de subir al elevador…
Llegó un nuevo Coronavirus en forma disruptiva, generador de una pandemia cuya mitigación exige practicar el aislamiento social; y esto, sumado al temor de contraer la enfermedad, la sobrexposición a la información y las particulares circunstancias de existencia de cada quien, puede generar distintos niveles de malestar emocional en muchas personas. Atender, prevenir, promover la salud física y emocional de la comunidad universitaria es una responsabilidad social de nuestra institución.
Conjuntamente a la instrumentación del Programa Emergente de Enseñanza Remota, con el cual se crearon sitios web, se adaptaron servicios en línea, se dotó de dispositivos de computación a los estudiantes, se habilitó la tecnología con distintas herramientas y posibilidades, para que en una nueva organización distanciada pero puntualmente atendida, estudiantes y profesores pudieran reconfigurarse los procesos de enseñanza- aprendizaje durante el trimestre 20-I; se desplegó lo necesario y lo posible en la aprehensión de esta espaciotemporalidad diferenciada donde la UAM, nuestra Casa abierta al tiempo —nunca mejor dicho—, respondió con la adaptabilidad y suma de sus recursos, afirmando el valor de lo colectivo en el tránsito hacia otra normalidad.
En la Unidad Xochimilco se configuró la Red de Apoyo Universitario (RAU), en concordancia con la reflexión y análisis del trabajo de comisiones interunidades dedicadas a la detección de necesidades y planeación de acciones que posibilitaron, en me- dio de la pandemia, una búsqueda conjunta de bienestar.
Desde una iniciativa de Rectoría General y, con gran sensibilidad y compromiso de la Rectoría de nuestra unidad, recibimos la indicación de mirar qué podía hacerse para atender la salud emocional de nuestra comunidad y encontramos ahí, dentro de los propios universitarios, las respuestas de apoyo incondicional.
La Red de Apoyo Universitario se despliega en dos grandes ejes: uno, un programa emergente de atención psicológica y otro de atención
comunitaria, donde se encuentra la promoción de la salud y la atención y participación social.
El primero de ellos conjunta la experiencia del Servicio de Orientación Educativa y la formación profesional de la licenciatura en Psicología, donde un cuerpo de profesores-investigadores asesoran la participación de estudiantes que realizan su servicio social al dar seguimiento a las solicitudes de contención emocional. En cuanto a la promoción de la salud se sumaron a la Red programas como el Urbano de Atención a la Salud o los Consultorios Nutricionales. La atención y participación social reunió también instancias institucionales, como la recién creada Unidad de Prevención y Atención para la Violencia de Género y la oficina de Acompañamiento a las Trayectorias Académicas de Alumnos, “Radio Abierta” (pro- gramas radiofónicos de intervención socioemocional), así como la oferta de acompañamiento de la Coordinación de Extensión Universitaria. Una suma de esfuerzos que se desplegaron con la gran voluntad de apoyar a la comunidad universitaria durante el confinamiento al que nos relegó la pandemia del COVID-19.
Al relato personal de la vivencia de estos días se han superpuesto otras narrativas: la institución universitaria, sus funciones sustantivas, la habilitación tecnológica, los servicios en línea que se entremezclan con estas nuevas formas del estar con los otros en la hiperfragmentación de mensajes que discurren por nuevos y más grupos “del Whats” y pantallitas negras a rostros y viceversa en el Zoom. Lo importante: todas y todos nos pusimos de acuerdo en continuidad con la vida universitaria —nuestra vida—.
En esos intercambios, la amabilidad y la prontitud reflejan algo más que la cortesía: peticiones, respuestas, solicitudes y soluciones dan cuenta de una nueva proxemia sin apretones de manos ni abrazos, ni roces que interpelan ni encuentro de miradas… pero en esta nueva forma de trabajo y de dar salida a nuestra labor institucional, también configuramos afirmaciones, brotes, emanaciones del vínculo solidario que posibilitaron la creación de una Red de Apoyo Universitario.
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