Recuerdo cuando empezó la pandemia…
¡Todos a casa! El confinamiento incluyó la escuela, reuniones y trabajo en zoom. La vida social y la escolar quedaron resquebrajadas, por lo que hubo confusión, mucha tristeza, también pérdidas; la salud mental tomó un poco más de importancia (o eso creo).
Ante tal panorama, la Universidad Autónoma Metropolitana, en todas sus unidades, promovió abrir espacios en línea: actividades culturales, talleres y, en Xochimilco, la Red de Apoyo Psicológico.

Para este proyecto se lanzó una convocatoria a estudiantes de psicología de los últimos trimestres de la carrera que quisieran ser parte de la red: su trabajo era (y sigue siendo) dar sesiones breves de escucha por teléfono, donde un estudiante puede llamar sin costo alguno (más que el crédito de la llamada) para ser escuchado.
Este acto involucra hablar sin una cara a la cual ver, sólo una voz a la cual escuchar a través de su teléfono: ¡Puedes decir lo que quieras para apoyar al otro! Imagínate, sin que quien esté del otro lado de la línea ni te conozca. Yo soy una de esas personas del otro lado de la línea que “para oreja” y busca ayudar.
Estos 17 meses han sido un enorme reto: escuchar a tantos estudiantes (ya perdí la cuenta), ¡muchos de mi edad, y que (en muchas ocasiones) sienten lo mismo que yo respecto al encierro! Hemos abordado diversos temas, como la muerte, la depresión, el ruido, la confusión, la desilusión, la añoranza…; sin embargo, también los que escuchamos tenemos un acompañante-asesor; en mi caso me ha apoyado el profesor Gabriel Araujo, quien junto con la maestra Alicia Izquierdo, y otros profesores y profesoras conforman la plantilla de docentes-asesores en la Red de Apoyo Psicológico. Todas y todos ellos aportan en muchas formas para configurar de una mejor manera el dispositivo de escucha universitario al servicio de la comunidad de la UAM Xochimilco.
Las y los involucrados voluntarios seguimos aprendiendo dentro de la red, continuamos en una constante reconfiguración de nosotros mismo, dentro de esta escucha sin cara y a veces sin nombre.