Reportera: Guadalupe Ochoa Aranda
La doctora Ana María Fernández, profesora jubilada de la licenciatura en Psicología, dictó la conferencia magistral “Transformaciones globales del lazo social”, en el marco del 30 aniversario de la maestría en Psicología Social, Grupos e Instituciones. El auditorio Catalina Eibenschutz rebasó su cupo con un alumnado que deseaba escuchar de viva voz a la autora de los libros: La mujer de la ilusión, Política y subjetividad y Psicoanálisis: de los lapsus fundacionales a los feminismos del siglo XXI, entre otros.
La psicoanalista de origen argentino señaló que, hoy, la realidad laboral de muchos jóvenes se aleja de aquellos espacios que anteriormente proporcionaban goce y realización personal en el mundo del trabajo. El neoliberalismo trajo consigo transformaciones en el plano global y, por supuesto, en el lazo social de las personas y sus modos de subjetivación.
“Si bien el gobierno actual despertó expectativas, esto no excluye a México de las transformaciones globales. Tampoco cambia las modalidades, pero si las lógicas políticas que se traducen en una recolonización financiera, territorial y militar sostenida por los circuitos empresariales y financieros que ostentan los grandes capitales internacionales”.
Mencionó que antes se hablaba de soberanía nacional, pero en los años ochenta y noventa se achicó la participación del Estado, a lo que se le denominó neoliberalismo: la mano oculta del mercado. Las nuevas estrategias mundiales de grandes intereses económicos dieron lugar a una globalización mediante estrategias de biopolítica en los modos de gobernar.
“En nuestro trabajo, en mi caso el clínico, tenemos cierta urgencia de pensar y caracterizar los modos actuales de subjetivación y los múltiples dispositivos de acción, así como considerar las nuevas formas de violencia económica y financiera, que reconfiguran los tipos de supervivencia de la mayoría de las personas”.
Prueba de ello, dijo, es cómo los y las argentinas jubiladas han perdido más de la mitad del valor de sus pensiones y por esa causa se ha protestado intensamente. Consideró que Argentina se ha tornado como un laboratorio social. Ahora las personas jubiladas tienen que suprimir aquellos gastos que no sean imprescindibles, lo cual era impensable hace 5 o 20 años.
La doctora Ana María Fernández, quien no ha abandonado la consulta desde hace más de cuatro décadas, señaló que anteriormente se tenían buenos ingresos como clase media e incluso se podía dar el lujo de regalar a los nietos juguetes costosos.
“Eso ahora no es posible dado que los gastos se han encarecido (servicios, medicinas y alimentos), lo cual genera un cambio en los hábitos cotidianos de las personas, lo que va a producir síntomas orgánicos y depresión, aumento de violencia familiar y callejera, avance del narcotráfico”, entre otros.
Añadió que, hoy, la extrema violencia comunicacional, a través de las redes, es el gran operador político de una eficacia que no habíamos visto hasta ahora. Vemos gobiernos con buenos actores propagandísticos cuyos algoritmos tienen una eficacia enorme, rápida y naturalizada.
Apuntó que, ejemplo de ello, es el efecto político que tuvo la campaña de Donald Trump a través de sus formas violentas, groseras y alejadas de los hábitos de la buena educación, en cuyo comportamiento se observa la desmesura de su discurso a través de una exaltación de su masculinidad violenta. Esto es una grave ofensa frente a los avances de los feminismos, dijo.
“Jacques Derrida decía una cosa fantástica: ´no podemos confundirnos y hacer un discurso romántico de lo humano´. Uno diría que el ser humano es bueno o malo como si estas formas de actuación humana fueran hechos de la naturaleza; cuando parte de las violencias se generan por el abuso de poder ejercido a otro para someter, causando un terror que paraliza, como se ha visto en los cuerpos violentados de muchas mujeres”.
Ana María Fernández observó que efectivamente ya no podemos permitirnos más esta narrativa romántica de lo humano. El tema de la violencia de género fue un destape al silencio cuando se alza la voz de “Ni Una Más” a esos abusos incestuosos del que ninguna mujer se atrevía a hablar anteriormente, por lo doloroso de colocar en palabras las formas de seducción, poder y miedo, concluyó.