Publicación bimestral de la Coordinación de Extensión Universitaria

Cauce en línea

¿Alucinaciones?

Letras en línea

Fortino Leonel Abendaño Ramírez
Alumno de la carrera de Psicología, UAM Xochimilco
División de Ciencias Sociales y Humanidades

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Otra vez lo mismo de siempre. Estoy un poco decepcionado, he caído en la rutina y en la monotonía. Hoy me despierto con menos ganas que las de siempre, me levanto de la cama, tomo un baño en mi cuarto pequeño, me pongo una ropa que odio: traje café con una corbata horrible.

 En el transporte, la gente está de mal humor, como siempre. Ahora entiendo sus razones: un trabajo y una vida miserable; yo también lo estoy. Lo peor de todo es que hay un olor extraño, huele al sudor de las personas y eso me causa un asco excesivo. Extrañamente el día de hoy huele mucho peor.

Llego a la oficina, saludo a mis compañeros casi obligado a hacerlo, sólo lo hago con el fin de hacer bien el trabajo que ordena el jefe. Todos me caen mal, son personas muy superficiales y odio eso. Después me siento en mi escritorio y al poco tiempo de prender la computadora llega mi jefe, me entrega unos papeles y me pide hacer algunas cuentas y registrar datos. Mi jefe me da igual, es un tipo profesional y que respeta a los demás. Todo marcha normal,  me quedo con mis compañeros para terminar un proyecto que encargaron.

A la hora de la comida, como es costumbre, me siento en unas escaleras cercanas a la oficina. A lo lejos veo que mi jefe se acerca con una chica a quien nunca he visto. Cuando se encuentra junto a mí, él me dice que es una trabajadora nueva y debo explicarle todo y estar pendiente de ella, básicamente ser su tutor. Cuando me la presenta casi no puedo creerlo, puede que exagere, pero es la mujer más bonita que he visto en vida.

Nunca me ha ido mal con las mujeres, he tenido muchas parejas y termino bien con ellas, pero por alguna razón ella me pone demasiado nervioso, me intimida su mirada. Es chaparrita, de piel blanca (me encanta su piel); tiene cabello negro y largo, sus ojos son café oscuro y encajan bien con sus cejas. Tiene un lunar en el cuello y sus labios son rosados. Me llama la atención que no use maquillaje.

Al instante me pongo nervioso, pero intento no mostrar ningún tipo de reacción (algún día leí que eso les gustaba a las mujeres) y me presento lo más formal que puedo. El  jefe se va y pienso en no perder mi tiempo e intentar conquistarla; me considero bueno para eso. Mientras coqueteo con ella, le enseño cómo funciona el trabajo en la oficina; también le señalo su lugar y las tareas que debe hacer.

Casi todas las mujeres con las que he estado, hemos hecho una especie de trato donde la relación se basó en el sexo. Al estar con esta chica me gusta para algo más, quizá para que sea mi pareja. Durante la jornada del trabajo hago mi esfuerzo y puedo darle un beso. Al ver que iba al baño, la alcanzo y se lo robo: ella responde bastante bien; el sabor de sus labios y el de su saliva es muy dulce. Después le digo que le invito un trago saliendo y ella acepta.

Me espera afuera, está sentada fumando. Le tomo la mano y nos vamos en el transporte público al centro de la ciudad. Nos metemos a un bar tranquilo. Aprovecho para conocerla mejor y de vez en cuando nos besamos. Salimos algo ebrios del lugar y yo la invito a mi casa para seguir hablando.

Cuando llegamos lo único que hago es besarla, y empezamos el juego previo al sexo. Estoy tan nervioso, ella está casi desnuda y comienzo a tocar su piel. ¡Tiene piel de gallina! De pronto mi corazón empieza a latir demasiado y, no sé porque, todo se vuelve negro. No veo nada, estoy rodeado de oscuridad.

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No sé qué hago aquí: estoy en un hospital. Mi familia me acompaña y parecen estar muy felices de verme. Me duele todo el cuerpo y hay un médico que les explica algo a mis padres.

No entiendo nada. Hace unos segundos estaba con el amor de mi vida y ahora me encuentro en la cama de un hospital. Mi padre se acerca.

–Nos diste un susto, ¡qué bueno que te encuentras bien!

No sé de qué habla. Yo le contesto:

–¿De qué hablas?

Tuve un accidente. Iba en la moto y choqué con un camión de carga; estuve en coma por tres días.

Creo que todo lo que ocurrió con ella fue parte de un sueño o alguna alucinación. El mejor día de mi vida se convirtió en el más triste porque sólo fue un juego de mi mente.

1 COMMENTARIO

  1. Muchos de nuestros anhelos y sueños se vuelven alucinaciones, y nuestra mente juega con nuestra realidad, pero ¿quién sabe cuál es la realidad?
    Me encanto

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