Publicación bimestral de la Coordinación de Extensión Universitaria

Cobertura UAM Xochimilco

“Sociedad Mexicana de Grabadores (1947-1971)”, un periodo recuperado

El libro Sociedad Mexicana de Grabadores (SMG) 1947-1971, de Eduardo Espinosa Campos, es un legado que revela los esfuerzos de esta agrupación por recuperar y promover las técnicas tradicionales del grabado que, al igual que el Taller de Gráfica Popular, contribuyeron a tener un mejor aprecio de este arte vinculado al espíritu de lo mexicano, entre el público internacional. 

El autor inicia con un esbozo histórico del grabado en México pasando por el uso político, social y artístico de esta expresión hasta la primera mitad del siglo XX. En capítulos posteriores, el autor entreteje las diversas agrupaciones como la Liga de Escritores de Artistas Revolucionarios (LEAR), en 1934, y el Taller de Gráfica Popular (TGP), en 1937, así como la importancia de los movimientos estridentista y el antiacadémico 30-30 hasta llegar a la génesis de la SMG.  

La doctora Martha Flores Ávalos, coordinadora de Extensión Universitaria y Difusión Cultural, de la UAM Xochimilco, invitó a la maestra y curadora Laura González Matute y al maestro Gonzalo Becerra Prado, responsable del Programa Editorial de la División de Ciencias y Artes para el Diseño (CyAD), a presentar este libro que complementa la historia del grabado de nuestro país, editado por la Secretaría del Cultura y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura.

            En el auditorio Jesús Virchez, la maestra González Matute señaló que el libro se deriva, entre otras cosas, de su trabajo como curador de la exposición Sociedad Mexicana de Grabadores, en el Museo de la Estampa (2016), cuya investigación le permitió el contacto con artistas, así como el acercamiento a los grabados, documentos y fotografías originales, que esta sociedad generó en 24 años de existencia.

            “Eduardo Espinosa visibiliza a aquellos artistas que quedaron ocultos o marginados de la historia oficial del arte mexicano, en una época en la que el grabado se consideraba un arte menor y se tenía la idea de que éste nació para ilustrar periódicos, carteles o volantes, en los cuales participaban artífices de primera como José Guadalupe Posadas. El libro nos traslada a la época dorada de esta práctica que abarca los años 20 hasta los años 40, en los que confluyen diversas escuelas, movimientos y vanguardias”, acotó.

            La historiadora destacó la participación de Leopoldo Méndez, quien ha sido considerado como uno de los principales grabadores mexicanos, cuya presencia en los movimientos sociales y políticos fue vital. Mencionó a José Guadalupe Posadas (1852-1913) “cuyos grabados fueron realmente valorados hasta 1925, cuando el pintor francés Jean Charlot lo calificó como el precursor de la historia del arte mexicano, en un ensayo escrito en Revista de Revistas.

            El libro también recupera a otro gran grabador, Emanuel Manilla (1844-1899), quien también hacía calaveras, pero “es Posadas quien le otorga ese toque popular y de humor mexicano. Así, Eduardo Espinosa entreteje y redescubre agrupaciones de artistas poco conocidas, cuyo hilo conductor lo llevaron siempre hacia la SMG”, reconoció la curadora. 

             González subrayó que al inicio del movimiento muralistas mexicano en 1921, fue muy importante la llegada de Jean Charlot con su portafolio de grabados en madera (xilografía) del viacrucis de Cristo. Él les enseña la técnica y, a partir de ese momento, empieza un verdadero desarrollo de la práctica del grabado con Fernando Leal, Ramón Alva de la Canal, Gabriel Fernández Ledesma, Carlos Alvarado Lang y Francisco Díaz de León, entre otros,  

            Más adelante, surge el movimiento estridentista con una propuesta muy vanguardista, influidos por el futurismo de Marinetti. Ellos estaban a favor de la máquina, el ruido, la velocidad, el aeroplano, el humo, el ferrocarril y todo aquello que aparece en la concepción de la modernidad. A este movimiento se unen Alva de la Canal, Jean Charlot y Fernando Leal con grabados adecuados a la poética estridentista de Manuel Maples Arce y Germán List Arzubide.

La autora del libro sobre José Clemente Orozco, Leopoldo Méndez, Félix Bernardelli y de movimientos artísticos concluyó diciendo que también surgen las escuelas de pintura al aire libre en los barrios de la ciudad y el movimiento antiacadémico 30-30, éste último, en contra de la enseñanza impartida de la Escuela de San Carlos. Todo ello desembocó en la creación de la Sociedad Mexicana de Grabadores.    

Por su parte, el profesor-investigador Gonzalo Becerra señaló que el libro muestra el rostro de los grabadores poco conocidos a través de semblanzas y fotografías, acompañado de una investigación muy exhaustiva con artistas y familiares que le dieron acceso a la documentación. Asimismo, enumeró libros sobre el grabado para aquellos amantes de esta técnica, como: Grabado mexicano en el siglo XX, de Hugo Covantes, o Gráficas y Neográficas, de Raquel Tibol, entre otros.

            El investigador, curador y promotor cultural Eduardo Espinosa Campos recordó que esta historia comenzó en marzo de 1983, cuando él trabajaba en el Instituto Nacional de Bellas Artes, y su maestra Teresa del Conde, lo envió a recopilar información documental relacionada con la vida del pintor y grabador Amador Lugo, con motivo de su homenaje.

            “Esta comisión me permitió entrar a una parte del universo íntimo de Amador Lugo: el ambiente de su estudio, el aroma de pintura, el caballete con una obra en proceso, sus herramientas, biblioteca, archivo y acercarme a su obra. Fueron tardes de aprendizaje y, de vez en cuando, me confiaba anécdotas”. Fue así como Eduardo Espinosa se introdujo al fascinante mundo del arte y obtuvo información de la SMG, de la cual Lugo fue uno de los fundadores y miembros más activos.