Ideas que importan
Mtra. Dolly Espínola Frausto
Directora de la División de Ciencias Sociales y Humanidades
Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco
Al inicio de su libro 21 lecciones para el siglo XXI, Yuval Noah Harari (2018) coloca la siguiente reflexión:
“En un mundo inundado de información irrelevante, la claridad es poder. En teoría, cualquiera puede intervenir en el debate acerca del futuro de la humanidad, pero es muy difícil mantener una visión clara. Con frecuencia, ni siquiera nos damos cuenta de que se produce, o de cuáles son las cuestiones clave”.
La idea de que nos encontramos en un momento de la historia en que podemos acceder a cantidades inimaginables de información es, sin duda, cierta; la cuestión es reconocer que la información resuelve problemas si se convierte en conocimiento para entender la naturaleza de estos y sus posibles soluciones. La importancia del procesamiento de la información y el desarrollo de estrategias de comunicación como un reto de las instituciones contribuye al logro de sus objetivos de desarrollo interno. La construcción y mejora de los vínculos entre los miembros de su comunidad y las relaciones con los distintos sectores sociales depende, en gran medida, de la capacidad de crear espacios, redes y contenidos significativos que articulen y hagan converger intereses y propósitos.
La comunicación institucional, concebida como un factor clave para el desarrollo de una organización, da cuerpo e identidad a la imagen que de ella se tiene y es un instrumento para la planeación y la gestión de los recursos; al mismo tiempo, contribuye al desarrollo de los vínculos al interior y al exterior de la misma. Por esa razón, es una actividad profesional y especializada, que requiere de políticas para su desarrollo así como de recursos que permitan operar sus estrategias y acciones con cretas de producción de contenidos.
En ese sentido, la comunicación en las instituciones educativas es una actividad central para el cumplimiento de las funciones sustantivas. La producción científica, la capacidad de formación de profesionales a distintos niveles y la participación como actores o agentes de cambio en la vida pública requiere identificar la especificidad de los distintos niveles de la actividad comunicativa en el contexto de la convergencia de lenguajes e hibridación de formatos que caracterizan el actual entorno mediático y de producción de sentido.
Una primera dimensión a considerar en la construcción de las estrategias de comunicación está en el reconocimiento de las tecnologías de la información y los dispositivos digitales
como factores estructurantes de los procesos de organización, circulación y consumo de la información y el conocimiento. Reconocer que el desarrollo de plataformas y la preeminencia de las redes como espacios de intercambio y acceso a contenidos, requiere de acciones pedagógicas que, a todos los niveles, permitan recuperar el conocimiento y experiencia institucional para incrementar el potencial transformador de la producción científica, creativa, formativa o de intervención y vinculación social, y es esencial para el desarrollo la política de comunicación.
Uno de los retos para el trabajo de difusión de las actividades que se realizan y para el fortalecimiento de los vínculos de colaboración académica entre las comunidades científicas que tienen sus propias lógicas y tradiciones de organización, radica en la capacidad de hacer de cada una de las acciones un elemento inscrito en la lógica del desarrollo institucional.
En el contexto de crisis por el que atravesamos, es necesario potencializar la centralidad de las instituciones de educación superior como generadoras de conocimiento y, en ese proceso, considerar que las redes sociales operan bajo la lógica de complejos sistemas multimodales y multinodales que estructuran la organización sociocultural, lo que implica superar brechas de orden económico, tecnológico y/o pedagógico.
De manera particular, la difusión de las actividades que se realizan en la División de Ciencias Sociales y Humanidades de la Unidad
constituye un factor determinante para la construcción del sentido de pertenencia, la memoria institucional, el reconocimiento a la capacidad trabajo y su impacto social. Al mismo tiempo, la divulgación de la producción científica sea mediante producción editorial, la organización de actividades o la participación eventos especializados, permite rearticular las redes académicas e incorporar temas en la agenda pública, sea como respuesta a problemáticas que afectan el desarrollo de la universidad, o bien, para definir alternativas y mecanismos de vinculación para la generación y aplicación del conocimiento.
Ante el clima de incertidumbre prevaleciente, y con la única certeza de que la recuperación será lenta y sus costos muy altos, es importante definir nuevos propósitos en el entramado institucional para contender con las necesidades de comunicación interna y externa.
Al tiempo que la actividad remota o a distancia se prolonga, traer a cuenta que, según la ECOVI-ED, (1) el …55.7% de la población de educación superior usó la computadora portátil para recibir clases…, por lo que vuelve más urgente fortalecer las capacidades de comunicación institucional y reconocerlas como una actividad prioritaria para la planeación y la gestión de recursos que hagan un eje estratégico en el desarrollo del conjunto de las actividades sustantivas.
(1) INEGI (2021). ECOVI-ED 2020: https://www.inegi.org.mx/investigacion/ecovidml/2020/
Gracias por este artículo tan pertinente en este momento, tanto para la sociedad en general como para nuestra UAM