Reportera: Verónica Ordóñez Hernández
La División de Ciencias y Artes para el Diseño de la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM-X), llevó a cabo la tercera y última sesión, denominada “La sustentabilidad hídrica de la Ciudad de México”, que forma parte del ciclo de conferencias titulado Ciudades Líquidas: Diálogos y Acciones por el Agua.

El doctor Gilberto Sven Binnquist Cervantes, profesor investigador de esta Unidad y jefe del Departamento del Hombre y su Ambiente, presidió este foro y cedió el micrófono a representantes de las organizaciones vinculadas al tema hídrico. El mensaje de los panelistas fue claro: habrá esperanzas en el tema hídrico desde la construcción de una cultura que involucre las perspectivas sociales ecosistémicas, económicas y de infraestructura tecnológica capaces de evolucionar y adaptarse a los cambios globales. A partir de un cambio de actitud y compromiso, se podrán formular soluciones integrales en beneficio de los seres vivos. En este cambio de paradigma la universidad, desde el lugar privilegiado de formación de capital humano crítico, tiene la responsabilidad de construir nuevas ideologías; en este sentido, mientras existan hipótesis habrá esperanza.
En su intervención el maestro Manuel De la Peza Cásares, coordinador de la Alianza por el Agua en Abundancia, Valle de México, refirió que el problema en la Ciudad de México no es de escasez, sino la falta de gestión sostenible del agua. Acusó que la cuenca del Valle de México pierde cada segundo el equivalente a 30 metros cúbicos de agua, lo que lleva al enfrentamiento de poco más de 10 millones de habitantes. En esta situación, dijo, es necesario dejar de administrar la escasez para construir la abundancia, a partir de una visión de largo plazo común entre todos los sectores, con una cultura ciudadana como eje rector, desde la cual se construyan diálogos concretos con direcciones definidas que se materialicen en políticas de Estado. Alentó a tomar medidas de fiscalización y rendición de cuentas que obliguen a pagar más a quienes más consumen. Esto implica una cultura de exigencia y contraloría para las grandes empresas.

El arquitecto Luis Fernando García Mendoza, representante de regeneración física y proyectos con impacto hídrico, de la Fundación Hogares, advirtió que, de seguir con los mismos patrones y comportamiento de vida, para el 2030 México estará en una crisis hídrica difícil de revertir. Es importante cambiar nuestro pensamiento, pero más importante es poner el conocimiento y la tecnología al alcance de todas y todos; “la población sabe que falta el agua, sabe que hay inundaciones, pero desconoce las alternativas que tiene para solucionar los problemas”. Alentó a los profesionistas a aportar soluciones desde su campo de especialización: “tenemos la responsabilidad de estar informados, de conocer las problemáticas, necesitamos que alguien aporte ideas para solucionar esta crisis hídrica”, dijo.
La doctora Ana Lorena Gudiño Valdez, coordinadora de la Alianza Mexicana-Alemana de Cambio Climático Fase IV, una agencia alemana de capacitación técnica para el desarrollo sustentable, lamentó la incapacidad generacional para atender la problemática añeja, a la que incluso estamos habituados. Desde su punto de vista, el tema transversal a diferentes afectaciones demanda la edificación de una cultura integral, que además del aspecto social considere las visiones ecosistémicas, tecnológicas, económicas y de infraestructura.

El tema cultural parecería superficial, pero es la base de la actuación para las actuales circunstancias, hablar de ello implica un cambio de concepción desde la perspectiva integral y de una transformación del marco habilitador, que permita hacer cambios a los sistemas que tienen que ver con la infraestructura; implica hablar de ciudades inteligentes, resilientes y sostenibles que no tenemos, y para crearlas es necesario tener conocimiento, conciencia y desarrollar hábitos.
En esta sinergia de generar cultura hídrica, el ingeniero Jorge Raúl Martínez Pérez, coordinador de Justicia Climática, apostó por expandir el conocimiento entre los diferentes sectores y comunidades e incluirlas en las tomas de decisiones, involucrar a los sectores que hacen uso del líquido, sobre todo el sector agrícola, cuyo uso se estima en un 70%, seguido de 20% del sector industrial y 10% del uso doméstico.

El punto de vista desde la academia lo transmitió el doctor Carlos Muñoz Villarreal, profesor investigador de la División de Ciencias Sociales y Humanidades de esta Unidad, quien apuntaló la necesidad de generar respuestas con amplio espectro interdisciplinario y multiactoral. El investigador señaló que, a pesar de tener una Constitución local, hay problemas de incumplimiento en materia de la propia legislación, problemas en materia de diagnóstico del uso del agua y de ausencia de información en materia de disponibilidad, de hundimientos y de captación; y aunque está la formulación de un plan hídrico con siete ejes, dijo, queda pendiente explicar cómo se llevarán a cabo.
El académico apostó por cuatro objetivos colectivos que pueden dar respuesta al problema del agua: 1) garantizar el suministro adecuado y suficiente del agua y los servicios de saneamiento; 2) manejarse con un criterio de equidad e inclusión; 3) la garantía irrenunciable de la sustentabilidad hídrica minimizando los impactos ambientales, y 4) la disminución de los riesgos y atención a los efectos colaterales que están por encima de la población o las áreas metropolitanas. Cuatro puntos que requieren de la cultura del agua y de políticas públicas. En esta lógica de ejercer una cultura del agua, en términos de la participación y la gestión social, no podemos pensar en homogeneidad urbanística.

El doctor Ricardo Pino Hidalgo, profesor investigador del Departamento de Teoría y Análisis, en un compendio de ideas destacó los avances positivos que confieren importancia al tema, por ejemplo, la creación de la Secretaría de Gestión Integral del Agua, que atiende el tema desde lo integral y considera entre sus prioridades el reordenamiento urbano. Para el académico, más que una cultura del agua, la ciudadanía debe construir una cultura con el agua y su defensa, adaptable a las transformaciones e incluyente de la otredad. A este reto se suma la ausencia en la toma de decisiones como parte de la participación ciudadana y las múltiples realidades que se agudizan de manera distinta.
Pino Hidalgo apuntó que el siglo XX se ha caracterizado por una homogeneidad urbanística, sin considerar que en la CDMX hay una geografía social del agua, características diversas que deben ser revisadas en la toma de decisiones. En este contexto, dijo, la academia debe asumir una mirada crítica frente a la problemática.



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