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Simposio Huellas Digitales y Espectros Sintéticos. Tensiones en las Visualidades Contemporáneas

La doctora Diana Elena Barcelata Eguiarte abrió el simposio internacional “Huellas Digitales y Espectros Sintéticos. Tensiones en las Visualidades Contemporáneas”, con la conferencia magistral “Miradas sobre la imagen”, un tema central en el área 2: Estética, Cultura y Semiótica del Diseño, del doctorado en Ciencias y Artes para el Diseño.

En el auditorio Tania Larrauri, la doctora Barcelata, jefa del área de Procesos Sociales y Formales del Diseño, sostuvo que, actualmente asistimos a una profunda transformación de la forma de producción, reproducción y consumo de las visualidades. Indicó que la imagen es una huella que se va arrastrando en el tiempo y va cambiando de acuerdo a un contexto sociocultural determinado. Un tiempo histórico en el que el sujeto le va asignando significado a la imagen. 

Añadió que la mirada es el punto de partida que antecede a la visualidad ya que, detrás de la mirada existe un sistema que se encarga de visibilizar o invisibilizar los productos culturales, donde el poder instaura un régimen escópico (occidental en nuestro caso) en una historia situada. 

“Este régimen escópico permite, a través de la mirada, percibir y asimilar las imágenes; detrás de ellas existe todo un sistema encargado de que éstas nos lleguen de cierta manera. Ejemplo de ello es cómo los celtas, en su momento, tenían una episteme para representar a sus deidades a través de diferentes criaturas de la naturaleza. Cuando llega el cristianismo, esta cultura, sin ningún reparo, representó el evangelio de San Juan con apóstoles a imagen y semejanza de los animales: a San Marcos como un León o a Lucas como un buey”, explicó.

Dijo que los celtas dejaron huella a partir de sus manuscritos medievales y testimonios imborrables de su propia episteme, en la cual encontraron desde su propia visión y sus propios medios un intersticio para representarse a sí mismos y alude a un cierto tipo de ver e imponer. “Esto nos permite analizar críticamente las implicaciones de la tecnología digital en la producción, simulación y acción de las imágenes. El objetivo es obtener una aproximación en torno a la aportación del análisis de la imagen visual desde una perspectiva del signo y cómo, a partir de los regímenes escópicos occidentales, se han construido campos en tensión o elementos yuxtapuestos que definen determinadas formas de ver”.

La doctora Barcelata citó a Iuri M. Lotman para referirse al signo en el tejido social. El signo, para este teórico e historiador, tiene la capacidad de realizar un reemplazamiento en la medida que es portador de un significado preciso, el cual va a ser aceptado por la comunidad o colectividad perteneciente a una determinada semiósfera (un espacio semiótico necesario para la existencia y funcionamiento de los diferentes lenguajes). 

Subrayó que, de tal forma, los signos forman textos, y los textos forman la cultura. Es por ello que, el tema del tratamiento de la imagen, como en el signo propio, ha tenido una gran trayectoria que ha ocupado por siglos a los pensadores. Lo cual ha demostrado que siempre va a haber fuerzas en tensión que modifiquen esa mirada, ya que el uso de las imágenes puede incidir en la conformación de sistemas axiológicos o en los estándares de la belleza o lo feo, las cuales se van a insertar en una praxis social. 

Platón, indicó, se cuestionaba sobre la verdad última de las cosas. Pensaba que hay un mundo sensible y un mundo inteligible. El primero, decía, corresponde al mundo material, aquello que podemos percibir con los sentidos, aquello que es aparente, temporal, efímero y engañoso; mientras en el mundo de las ideas, que es abstracto, se alcanza la sabiduría, autenticidad, perfección y es eterno.

Indicó que este filósofo griego tenía razón en lo referente a la imagen (mundo de lo sensible), puesto que la imagen engaña y lo vemos de forma clara actualmente en el mundo digital. Por otro lado, Aristóteles le concede a la imagen un sentido subjetivo, puesto que vivimos en un mundo lleno de estímulos y cada ser percibe y da sentido a lo que ve, escucha, toca y huele. 

La doctora Barcelata señaló que la imagen, la visualidad y la representación siempre van a ser un puente entre lo presente y lo ausente, ya que de otro modo no sería representación. El signo es el referente que trae al objeto ausente. Hay un vínculo siempre, a través de la imagen, entre lo presente o lo pasado, entre lo futuro y lo temporal. 

Apuntó que San Agustín fue uno de los primeros que habló de las posibilidades no verbales del signo. Cuando le preguntan “¿maestro cómo vamos a saber si alguien está alegre o triste si no hay una mediación de la palabra?”, él va más allá del signo lingüístico y dice: “fíjate en su mirada, en su gesticulación, en el movimiento de sus manos, entonces encontrarás el signo para interpretar, comunicar y dejar una huella en el otro”.

“El signo y la imagen no son inocuas. Un signo está ahí para representar algo o alguien. Los signos son reemplazables, resignificados y apropiados por un sistema que lo va a recomponer. Los signos se sedimentan y se convierten en símbolos y, dependiendo desde donde los vamos a ver, hay capacidad de transformación”, subrayó Diana Barcelata.

Concluyó que siempre hay mecanismos de inclusión y exclusión en la cultura. Tensión entre el adentro y el afuera; por ejemplo, el grafiti como una manifestación contracultural que empieza con el tag, hasta que se convierte en mural callejero patrocinado. Entonces, sobre lo nuevo, hay sedimentos, hay huellas que se tienen que interpelar con las herramientas teóricas que van a servir para cuestionar y asomarse a la concepción de la imagen. 

El simposio se llevó a cabo en el auditorio Tania Larrauri, los días 3, 4 y 5 de diciembre. Fue coordinado por la doctora Isaura Sánchez (posdoctorado CyAD) y se tocaron temas de inteligencia artificial, los desbordes de la imagen digital, estéticos, procesos artísticos, geopolíticas de la visualidad digital e imaginarios digitales, entre otros.    

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