Publicación bimestral de la Coordinación de Extensión Universitaria

Cauce en línea

¿Correcto o incorrecto?

Letras en línea

Fortino Leonel Abendaño Ramírez
Licenciatura en Psicología
División de Ciencias Sociales y Humanidades

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Recuerdo que un día fui a pagar la colegiatura de la escuela de mi hermano. Me encontraba en la fila del banco, era enorme y hacia demasiado calor. Mientras esperaba a que la fila avanzará, observé por la ventana a una mujer que captó mi interés. Dudé por un momento, pero me dije a mí mismo: “¡tienes que hablarle!”

Cuanto más avanzaba la fila, me ponía más nervioso. Hablarle a la trabajadora del banco suponía un gran esfuerzo. Llegué al punto donde ella me recibió y resolvió mis dudas. Titubeé demasiado y no me atreví, no le pregunté ni su nombre. Sentado en la espera para pasar a ventanilla, pensé que si no lo hacía me arrepentiría por el resto de mi vida.

Al finalizar terminar de pagar, salí de la ventanilla y ella me alcanzó, iba caminando a un costado de mí al mismo tiempo y a la misma altura. No sé qué sucedió conmigo pero de repente empecé hablar con ella.

– Oye disculpa, tengo que decirte algo –le dije mientras nos deteníamos los dos.
– Sí, dime –me contestó.
– Sé que esto es muy raro, pero me transmites tanta seguridad que tenía que hablarte. Puedo ver que estas muy ocupada; ¿qué te parece si me pasas tu número y salimos otro día?

Ella me contestó:
– Esto es muy raro, nunca me había pasado
– También es la primera vez que lo hago, de hecho estoy súper nervioso –le comenté.

Después accedió a darme su nombre: “Samanta”, me dijo mientras me miraba directo a los ojos. Me presenté y le dije que después le mandaba mensaje.

Años después de ese episodio, hace tres días, mientras caminaba en el parque, me encontré con alguien espectacular, con una imagen atractiva. Le hablé. No me sentí nervioso y no tarde más de tres segundos en decidirme a hablarle. Para mi desgracia ella me comentó que tenía novio, pero eso no me preocupó; sin embargo, no pude hacer nada cuando me dijo que tenía mucha prisa y debía irse. No recuerdo su nombre, todo pasó tan rápido que me olvidé de esos detalles.

Llevo años hablando con todo tipo de personas, me gusten o no, sean hombres o mujeres. Ahora que lo hago no sé si realmente es algo bueno o malo. Ya que no suelo ponerme nervioso y tampoco me incomoda el conocer a gente nueva; pero también tengo esta sensación de que soy como un robot. Me he convertido en alguien misógino y utilizo a las personas. Todo lo hago con un fin egoísta, ya sea para para fines sexuales, como para otro tipo de beneficios.

Pero; ¿Por qué me debería sentir culpable? Realmente considero que el mundo funciona así. Lo que yo hago es poco, considerando a otras personas. Muchas veces escucho a la gente decir “Primero estás tú”, ignorando y poniendo en segundo plano a las personas que los rodean. No tiene sentido; nosotros no seríamos lo que somos sin las otras persona. El otro es quien nos da existencia, ¿por qué ser tan egoístas?

Por eso hago esto. Me he convencido que es lo más común en la sociedad. Primero veo mi beneficio propio que el de los demás.

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