Reportera: Guadalupe Ochoa Aranda
Fotografías: José Ventura Flores Velasco
Ante los desafíos del cambio climático (sequías, inundaciones o problemas alimentarios), es necesario frenar el poder que tiene el capital financiero en las relaciones de producción, modos de consumo, organización de los mercados, derechos sociales, endeudamiento y principalmente en aquello que tiene que ver con la tierra y los recursos naturales.
Lo anterior lo advirtió el doctor Carlos Suescún Barón, profesor de la Universidad Javeriana de Colombia y ex asesor del ministro de Agricultura de ese país, durante la conferencia “Financiarización de la tierra en países periféricos: especulando en estructuras agrarias regresivas”, organizada por la maestría en Sociedades Sustentables de la División de Ciencias Sociales y Humanidades (CSH) y la maestría en Ciencias y Artes para el Diseño de la División que lleva el mismo nombre (CyAD).
El auditorio Jesús Virchez reunió al alumnado y profesorado de ambos posgrados con el objetivo de generar un diálogo interdisciplinario entre los estudiosos de la sustentabilidad y responder a problemas complejos como la reestructuración territorial, los flujos migratorios y aquellos que tienen que ver con la tierra y los recursos naturales; ahí donde hoy el sector financiero centra su atención en los procesos de financiarizacion de la tierra.
El doctor Suescún dijo que para comprender esta realidad se apoyó teóricamente en tres enfoques de la economía: el keynesianismo, el post-keynesianismo y el estructuralismo latinoamericano, éste último es una escuela de pensamiento económico que nació en los años cuarenta en la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), una comisión de las Naciones Unidas que ha tenido una importante contribución en el despliegue del desarrollo productivo.
Explicó que el marco teórico estructuralista permite comprender cómo los países tienen distintas posiciones y relaciones dependiendo de muchos factores, como la posición global, las relaciones de producción y las relaciones internacionales, es decir, la geopolítica juega un papel fundamental en la medida en que determina el devenir de las economías en los países periféricos.
“Existen los países centrales y los periféricos. Los primeros tienen un grado de desarrollo elevado, su moneda es divisa (dólar, euro, yuan, yen), imponen patrones de consumo imitativos (series, programas, películas); tienen amplio desarrollo tecnológico e irradian factores culturales, ambientales (bonos de biodiversidad, bonos azules, bonos de carbono) y financieros sobre los países periféricos como México y Colombia”, señaló.
El economista colombiano, dentro de su marco analítico, empleó la categoría “heterodoxia económica” para comprender la especificidad de los procesos de financiarización de la tierra en países periféricos, la teoría estructuralista y el análisis de la dependencia.
Señaló que este andamiaje teórico es relevante para entender cómo las dinámicas económicas globales afectan a los países periféricos, al describir factores y relaciones de subordinación que perpetúan la desigualdad en el acceso y control de los recursos como la tierra.
Dijo que el concepto de financiarización es diferente a los motivos, actores y roles financieros en las economías, pues evidencia diferentes impactos en función del tiempo-lugar y tiene formas o incidencias diferentes entre países centrales y periféricos, donde existe demanda por tierra para la producción, especulación y control territorial.
Suescún Barón se pregunta cómo actúa el capital financiero cuando las estructuras agrarias regresivas, propias de países periféricos, son típicas por la concentración de la propiedad de la tierra y la informalidad en la tenencia, así como por el sesgo institucional y la existencia de diversos conflictos; es decir, de todo lo que parece “hostil” a los negocios.
“El agronegocio es una concentración espacial, empresarial y de dominación a nivel territorial de diversas actividades conectadas, directa e indirectamente, a la actividad agropecuaria especializada (commodities), como son la producción agrícola, industria de fertilizantes, investigación aplicada al sector, crédito y aseguramiento, maquinaria y distribución mayorista (nacional o extranjera), donde se genera influencia en materia política en diversos niveles”, explicó.
Sostuvo que grandes adquisiciones o concesiones sobre tierras, aguas y titulación del subsuelo en territorios rurales de países periféricos demarcan una versión actualizada del concepto Land grabbing.
“Ya en 2011, el Banco Mundial caracterizaba tres actores que demandaban tierra: 1) Otros países con gran capacidad adquisitiva, pero con escasa tierra con potencial agropecuario; 2) Empresas multinacionales especializadas del sector alimentario (caso Cargill); y 3) Fondos de cobertura y pensiones. Hoy el capital financiero actúa como herramienta en estos tres actores, manteniendo su interés por adquirir o arrendar grandes extensiones de tierras por largos periodos en países periféricos.
El catedrático concluyó que hay una carrera por el capital financiero en la valoración de recursos naturales, en particular lo relacionado con emisiones de gases de efecto invernadero (captura de carbono principalmente), fuentes de agua dulce y la misma biodiversidad. En todos los casos, el interés real de fondo no es la mitigación del cambio climático ni la protección de los recursos naturales o el fortalecimiento de las comunidades locales, sino la comoditización (commoditization) de la naturaleza, finalizó.
La organización de esta conferencia estuvo a cargo del doctor Agustín Raymundo Vázquez García, coordinador de la maestría en Sociedades Sustentables, de la División de Ciencias Sociales y Humanidades, y el doctor Felipe de Jesús Moreno Galván, coordinador de la maestría en Ciencias y Artes para el Diseño.