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Disfuncional y absurdo el sistema agroalimentario

Cobertura UAM Xochimilco

Reportera: Verónica Ordoñez Hernández

Imagen: Archivo Canvas

La alimentación es un tema íntimo, cotidiano, que refleja lo que somos como individuos, es una ventana al entendimiento de las sociedades contemporáneas y a sus procesos de transformación; “es también un tema transdisciplinar que coloca desafíos que debemos enfrentar como humanidad en las próximas décadas”, expresó la doctora Andrea Santos Baca, invitada por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Unidad Xochimilco, a impartir la conferencia virtual La alimentación en el siglo XXI, desafíos y disputas frente a la crisis alimentaria y ecológica del capitalismo contemporáneo.

La doctora en Economía y estudiosa del sistema agroalimentario desde la perspectiva económica política, señaló que una de las grandes incongruencias que enfrenta la humanidad es el sistema agroalimentario disfuncional y absurdo reconstruido a lo largo del siglo XX, pues ha fallado en garantizar para todos y todas cantidades suficientes de alimentos saludables y adecuados.

Al reto de las sociedades de terminar con el hambre, se sumaron otros considerados de índole menor o exclusivos de los países desarrollados y que surgieron en el siglo XX con las transformaciones en la producción, distribución y consumo de los alimentos: la obesidad, las enfermedades cardiovasculares, las crónicas degenerativas y algunos cánceres relacionados con la alimentación.

Otro gran desafío al sistema agroalimentario es la crisis ecológica, por estar estrechamente vinculada, pues representa la segunda actividad económica en la emisión de gases de efecto invernadero –CO2–, consume 30% de agua pura y 40% de las tierras, genera un impacto negativo por el uso intensivo de insumos petroquímicos en forma de fertilizantes y agrotóxicos, y por el abuso sistemático de antibióticos en la crianza de animales de granjas.

Paradójicamente, el cambio climático afecta al sistema agroalimentario, ya que depende directamente de la naturaleza. Las proyecciones del impacto reportadas por los grupos de expertos anuncian una disminución en la productividad de las tierras, mayor dificultad para producir alimentos y una posible reducción del valor nutricional de éstos.

Con la perspectiva de encontrar soluciones conjuntas a estas dos grandes problemáticas, en la Cumbres de Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios y la Cumbre del Cambio Climático, realizadas a finales del año 2021, los grupos de científicos de dieciséis países encaminaron dos propuestas. La primera se dirigió al consumo. Por vez primera los expertos coincidieron en que para salvar al planeta, contribuir al combate contra la crisis ecológica y tener poblaciones sanas es necesario regresar a una alimentación que se creía superada; propusieron hacer del consumo de cereales integrales, leguminosas, frutas y verduras la base de la alimentación, y reducir el consumo de proteína animal.

Imagen: Archivo Canvas

El análisis emitido por los especialistas y traducido en cifras por la académica de la Universidad Federal do ABC, en el Centro de Ingeniería, Modelado y Ciencias Sociales Aplicadas, deviene en un consumo mensual aproximado por persona de dos veces carne de res o puerco, cuatro veces pollo, cuatro veces pescado y para el resto de los días la dieta debe basarse en cereales, frutas y proteínas de origen vegetal.

La segunda propuesta emitida por el grupo de científicos, compuesto por ingenieros, economistas, nutriólogos y químicos, se enfoca en la producción y sugiere una transformación tecnológica. Se apunta a revisar las experiencias de éxito, las innovaciones tecnológicas y los nuevos conocimientos que versan en los servicios ambientales, la agricultura climáticamente inteligente, la biotecnología, la biología sintética, la agricultura digital y la bioeconomía.

Las dos propuestas abonan a la problemática del sistema agroalimentario, pero dejan fuera otras relacionadas con los

elementos estructurales, como es el mito de alimento insuficiente y la necesidad de producir más. Esta concepción errónea –documentada desde hace tiempo– arroja que no es una falta de alimento lo que genera el hambre. “Entre 1964 y 2014 la población mundial pasó de 3.2 billones a 7.2 billones, en estos años la producción de cereales se triplicó; en correspondencia, la cantidad de cereales disponibles por persona en el mundo aumento”, observó Santos Baca.

Sugirió que aceptar el hecho de que es la humanidad en su conjunto la responsable del cambio climático y la destrucción del medio ambiente, generado por la producción de proteína animal, es ignorar que hay grandes diferencias regionales del consumo anual en kilogramo de carne roja por persona, y agregó datos que evidencian que Estados Unidos supera por mucho el consumo de este producto sobre cualquier país. En 2011 fue de 118 kilogramos al año, traducido a gramos por día per cápita corresponde a 323 gramos, cantidad que supera por mucho la recomendación de siete gramos al día sugerida por los científicos en la Cumbre. 

Imagen: Archivo Canvas

Otro gran tema fuera de la discusión es la distribución, no sólo de los alimentos como la carne, sino de los medios para producirlos, un asunto que llega a su extremo cuando consideramos la concentración del mercado en el sistema agroalimentario. Por un lado, los consumidores; por otro los pequeños productores y agricultores, y entre ellos la drástica concentración absurda de grandes corporaciones de Estados Unidos y Europa que controlan el tránsito entre la comercialización, producción y venta de los alimentos, propiciando un sistema agroalimentario diferenciado. En este panorama de distribución desigual de la tierra, de los alimentos y del poder del mercado, lo que el grupo de científicos

propone como la gran promesa de salvación es la bioeconomía. En boca de los especialistas, dijo, “se trata de la combinación de tres elementos: conocimiento, ciencia y tecnología; biodiversidad, biomasa y recursos genéticos, y mercados lucrativos y sustentables, a través de propiedad privada y cadena de valores”.

“Una apuesta innovadora que en el fondo mantiene intacta la estructura monopólica del sistema agroalimentario y la división interna del trabajo”, observó la profesora ganadora del Premio Internacional de Investigaciones Económicas de la UNAM y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

1 COMMENTARIO

  1. ¡Lamento MUCHO esta publicación! Con la cobertura de una presentación objetiva, la descripción esconde más que revela… SI bien es cierto que la alimentación actual es “disfuncional” — la entrevista no examinó las causas y las dinámicas subyacentes: El cambio fue cuidadosamente orquestrado por una serie de políticas públicas y presiones del capital nacional e internacional para transformar el sistema productivo y comercial; si bien eso pasó en los países ricos, fue notable la transformación en México con una abdicación de responsabilidad del sector público para implementar políticas para sostener el sector agrícola campesina. La firma de los múltiples Tratados de Libre Comercio expuso al país y el mundo a los designios de la agroindustria transnacional.
    La dieta cárnica (incluyendo pesado) mencionada por la académica es risible: fuera del alcance de la mayor parte de la población en México y en el mundo, considerando los ingresos actuales.
    Podría celebrar la selección del tema para abrir la discusión, pero aquí en la UAMX hay muchos colegas que ayudarían a hacer una presentación más contundente y apegado a la problemática nacional.

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